Paul Siegel - Un educador del padre Kentenich

21.12.2014 17:51

Rafael Mascayano 

Hace algunas semanas atrás, partió a los brazos del Padre nuestro querido hermano y amigo Paul Siegel B., gran educador yprofesor schoenstattiano, que marcó varias generaciones de profesores en nuestro país y más allá.

Fue en 1972, a raíz de que como generación Pentecostés del Padre, un grupo de estudiantes de pedagogía queriendo incidir en la educación chilena, nos dimos a la tarea de organizar un Encuentro Nacional de Educadores Schoenstattianos.

¿A quién invitar como expositores? Un nombre fijo era el P. Rafael, pero ¿a quién más? Ernesto Livacic era una carta conocida y de inmediato aceptó. Surgieron dos nombres más que no conocía: Beatrice Ávalos y un tal Paul Siegel. Jorge Galaz y Bernardita Carvajal lo conocían y eso ya bastaba. Realizado el Encuentro que fue realmente un éxito, me puse a conversar con Paul, ya que me había llamado mucho la atención sus planteamientos y su vivencia como profesor schoenstattiano. Me dio su teléfono y dirección para seguir conversando.

Fue así que en una de esas conversaciones, le pregunté si podía ir a ver sus clases en la U.C. y obviamente que me dijo que fuese el 2 de enero a la G5 donde estaría trabajando con un grupo de profesores que hacían clases pero que no tenían el título. Eran los programas de “regularización de títulos”. Llegué puntual y me senté en la última fila y apenas llegó Paul, lo saludé y me quedé muy tranquilo para escuchar al “maestro”. Terminada su introducción, comentó que el grupo de profesores se dividiría en dos para un primer taller, que el grupo A estaría con él y el grupo B con Rafael. ¡Conmigo!!! Corrí donde Paul y le dije que jamás había hecho clases, que hasta ahora en la U. de Chile había tenido solo Filosofía y ningún ramo de Pedagogía, pero me contestó “eres schoenstattiano y estudias filosofía, por lo tanto ¡adelante! Bueno, así comencé a ser profesor, trabajando con mi grupo, corriendo para ver qué era lo que Paul decía y hacía e intentar hacer algo parecido con los profesores que tenía a mi cargo.

Tuve la posibilidad de conocerlo tanto a nivel personal como profesional, me invitó a su hogar y pude participar de su vida familiar. Keka y sus hijos me recibieron con mucho cariño y ahí pude conocer otras facetas de este hombre que había arrancado de Alemania, se había encontrado con Schoenstatt a través de los Pallotinos, leyendo las revistas de la MTA que ellos tenían. Un hombre que había estudiado pedagogía en Inglés en el Pedagógico de la Chile y que había participado de la Acción Católica con el P. Hurtado. Que enseñando Inglés a un grupo (parece que fue en el Británico) había conocido a Keka y de allí…

Fue impresionante el día que me contó de su primer encuentro con el P. Kentenich, de su conversación y cómo lo acompañó hasta la salida y ya habiendo camino un cierto trecho, miró hacia atrás y vio que el Padre lo seguía despidiendo con su mano en alto. Cuánto me compartiste de esos momentos, de esas aflicciones y cómo el P. K. te había ayudado a sanar muchas de ellas, aun cuando parece que del mal genio poco pudo hacer. Cómo me impresioné de todo lo que había intentado para que el P. Hurtado se encontrase con el P. Kentenich y que cuando estaba todo listo para este momento, un llamado al P. Hurtado para visitar a una persona moribunda impidió este anhelado momento. Yo gozaba de estas historias y poco a poco hasta las iba haciendo mías.

Paul, me introdujiste en la pedagogía de Schoenstatt, me diste a conocer la pedagogía activa, me hiciste leer la Tesis Doctoral del P. Hurtado, me iluminaste con filósofos como Maritain y otros, me llevaste a vincular el pensamiento pedagógico del P. Kentenich con el mundo de pedagogos, filósofos y psicólogos con los cuales él se conectó. En tu Taller de Curriculum, me ayudaste a crecer, a veces en forma cariñosa y otras enojado porque había hecho algunas cosas mediocremente y no había sacado lo mejor de mí.

Como todo en la vida, me tocó crecer y ahí también tuvimos rupturas y desencuentros, sin embargo dejó que volara y poco a poco me trataste como otro colega, más que como discípulo, aunque desde mi interior siempre lo seguí siendo. Tenías las ansias de compartir todo lo que vivías y tus sueños por cambiar la educación en Chile, y puedo decir que a muchas personas las llenaste con tus locuras, que más que locuras, eran la forma como aterrizar la pedagogía del Padre a situaciones concretas del diario vivir en una Escuela o Colegio. Recorriste Chile entregando tus palabras, tus enseñanzas y fueron muchos los educadores que recibieron tu semilla, la sembraron y que ha crecido a lo largo de nuestro país.

Hace poco tuve la posibilidad de irte a ver, y aunque le costaba ya recordar algunas cosas, su fuerza y pasión seguían vivas, y en algunos chispazos volvías a recordar tus conversaciones con Mario y los anhelos porque la pedagogía de Schoenstatt llegase a más personas.

Hoy ya estás con el Padre K., con el P. Hurtado, con tus padres y sobre todo con nuestra querida Mater, y ya me imagino cómo los tendrás locos de preguntas y en un diálogo intenso pero lleno de amor por la Educación de nuestro país.

Paul, los que aprendimos de ti, continuaremos tu tarea…

 

       

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