Lo Ético o lo Jurídico

14.06.2014 17:01

Lo Ético o lo Jurídico

Patricio Young
Publicado en SchVivo  10 Junio 2014

Esta es la disyuntiva en la que nos movemos los católicos en medio de la discusión de la ley de aborto terapéutico. Sin embargo este dilema, siendo de fondo, no parece estar en el debate, sencillamente tendemos a imitar prácticas históricas y a seguir prolongando la visión de una Iglesia que ya no tiene la influencia del pasado, ni cuenta siquiera con una visión compartida por todos los que asumimos la misma fe.

Al igual que ayer con la ley del divorcio, el debate para los católicos en vez de centrarse en como asumir una vida matrimonial más auténtica, radical y que muestre un testimonio real y efectivo de felicidad y no de amargura, acostumbramiento o anemia, se centró en si era o no aceptable esa nueva ley. Al final fracasamos, la razón, no éramos creíbles, cuando al mismo tiempo aceptábamos y usábamos el escándalo de la nulidad matrimonial basada en la mentira, sin que nuestros pastores hubieran sido de igual manera capaces de enfrentarla clara y oportunamente. Hoy ¿Cuántos católicos han usado la ley de divorcio, cuando nadie los obliga? ¿Cuántos abogados católicos que ayer moralmente se negaban a hacerlo, hoy lo hacen? ¿Qué pasó, los principios éticos cambiaron porque hay una ley? Al parecer en definitiva, ha prevalecido la ley sobre lo ético.

Hoy, al iniciarse la discusión del aborto terapéutico, volvemos a transitar por el mismo camino, como si en estos años nada hubiese pasado y nuestra Iglesia no hubiese cambiado.

En efecto, queremos imponer que no se haga efectiva esa ley por considerar que atenta contra la vida. La misma que válidamente por principios señalamos defender en toda su dimensión y circunstancias, con lo que naturalmente ningún católico puede estar en contra.

Sin embargo, hay muchas mujeres que se declaran católicas que se han practicado aborto. En el sector alto, no aparecen registradas en la estadística porque el aborto clandestino lo hacen con apoyo profesional adecuado, mientras en el sector bajo muchas veces son atendidas por parteras que terminan con muchas de ellas en los hospitales públicos, formando parte de las estadísticas, e incluso algunas en las cárceles. En todas ellas la realidad de sus circunstancias fue más importante que los criterios éticos y morales de su fe.

Otros también nos preguntarán ¿y la vida de esos niños y jóvenes que vieron castrada su existencia a causa de algunos connotados sacerdotes de nuestro país, no valen, no eran importantes? ¿Y esos niños que fueron adoptados ilegalmente para defender “el qué dirán” incluso contra la voluntad de sus progenitores e inventando su muerte y en el que están involucradas familia católicas, médicos católicos y un sacerdote? Nunca esto fue o ha sido motivo de nuestra preocupación, sino más aún, el qué dirán o la apariencia, la hemos alimentado con una fe que se ha centrado más en lo estético que en lo ético.

Es cierto hay muchas maneras de violentar la vida, de ir contra su normal existencia y dignidad. Por lo tanto no podemos ser como el Padre Gatica que predica pero no practica. Por lo tanto la historia se repite. Lamentablemente y con mucho dolor debemos reconocer que tampoco hoy somos creíbles.

Cuando la Iglesia del Cardenal Silva Henriquez alcanzó el máximo momento de reconocimiento y valoración en nuestro país, fue por la consecuencia y coherencia que la llevó a defender la vida, arriesgando su propia vida. Ese es el catolicismo creíble. Ese es el camino que nos mostró Cristo y en el que nos ha educado nuestro Padre.

Cristo nunca dijo que venía a imponer una fe, sino que procuró con su vida y su palabra convencernos del sentido, del valor de ella para nuestra salvación y felicidad. Incluso frente a lo legal fue claro cuando dijo; “Al cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

De Dios proviene el amor, la misericordia y la fe que se nos regaló por gracia. ¡Que Don más maravilloso! Ello nos obliga a ser humildes, valorando y respetar a quienes por desgracia no han recibido esta gracia. ¿Puedo entonces yo imponerle mis criterios o debo convencerlo que es el camino mejor para su vida?

En nuestro país, según el Colegio Médico hay por sobre los 35.000 abortos al año y según la Organización Mundial de la Salud hay un aborto por cada 3 nacidos vivos, todas cifras básicas ya que por razones obvias hay muchas más que no se registran en las estadísticas. ¿Podemos seguir discutiendo si debiera o no haber ley de aborto terapéutico cuando sabemos que el tema legal no ha dado solución a estos problemas porque los abortos se hacen a pesar de la ley?.

Cuando frente a las violaciones, la gran mayoría es realizada por miembros de su misma familia e incluso muchos de ellos incestos. ¿Qué respuesta damos a estas realidades?. No podemos quedarnos en la censura, en el cuestionamiento ético, en la discusión teórica sobre la vida misma. Porque en definitiva como señala nuestro Papa en Evangelii Gaudium; “…la realidad es superior a la idea. Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría.”(231)

Es que en definitiva el ser, marca el deber ser. No podemos decirle a la sociedad lo que debe hacer, según nuestros principios, cuando en definitiva no somos suficientemente consecuentes con ellos. Por lo mismo, nuestra vivencia de una defensa real y efectiva de la vida en toda su dimensión y en todas sus formas, incluyendo la naturaleza, nos dará credibilidad para que otros valoren nuestra posición.

Miremos la cruda realidad que nos rodea y con misericordia y a partir de nuestro testimonio, propiciemos un camino de salida. Debemos ser capaces de dar respuestas eficientes y efectivas a la realidad del aborto, en cualquiera de sus formas en nuestro país. María Ayuda y otras organizaciones de Iglesia están dando un tremendo testimonio al respecto, pero aún es claramente insuficiente.

Nuestro querido Papa Francisco en la misma Exhortación Apostólica señala: “Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones». No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?” (214).

En definitiva, luchar en contra de una ley que no se va a cumplir cabalmente, ya que lamentablemente, se seguirán realizando abortos por distintas causales, mejorando quizás solo los índices de salud pública; o mantener lo que hay, que tampoco hará disminuir los abortos ni resolverán los temas de fondo, con todo respeto, es perder el tiempo en el sentido de nuestra lucha y nuestra misión.

Ello no significa que no entreguemos nuestra opinión en todos los espacios posibles, pero hagámoslo como laicos, porque el tema nos es más propio y nadie podría cuestionar una opción personal, pero no como Iglesia ya que las condiciones de credibilidad como tal no se dan.

Nuestra tarea más importante debiera ser trabajar en la generación de una mayor consciencia de este y otros temas al interior de nuestra propia Iglesia, de tal manera de disminuir la brecha entre lo que declaramos y lo que hacemos, en todos los niveles. Por ejemplo, no porque salió la ley de divorcio el tema moral está resuelto.

Es tiempo de reflexión, de dialogo y oración. Es tiempo de trabajar para ser católicos convencidos y convincentes. La ley no es un argumento para vivir o no esta consecuencia. Ni siquiera nos pueden imponer un criterio porque no se puede atentar contra nuestra consciencia. Por lo tanto siempre será nuestra conducta moral lo que prevalece y nuestra coherencia y consistencia la única arma de convicción para otros. La misma que nuestro Padre nos presentó el 31 de Mayo y que el previvió en todo su caminar.

Es lo ético por sobre lo jurídico y el convencimiento por sobre la imposición, nuestros únicos caminos posibles, sino queremos irremediablemente repetir el infecundo camino transitado hasta ahora.

COMPLEMMENTO de Patricio YOUNG

Quiero ser más claro, porque al parecer algunos no han entendido mi reflexión. Estoy ABSOLUTAMENTE de acuerdo con la defensa de la vida en todas sus formas. Eso es sagrado es esencial a nuestra fe y doctrina. Pero la defensa de la vida no se hace POR LEY, con ello solo tranquilizamos nuestra consciencia. Solo se defiende enfrentando el problema de fondo que lo genera y esto está determinado por factores Éticos y Sociales.

Está demostrado que con la ley actual, que penaliza el aborto, tenemos una altísima cantidad de estos, registrados y no registrados. ¿De qué vale dedicarle tiempo a defender o cuestionar una ley?

Bien, si ese es solo un camino como me señalan algunos sacerdotes. Pregunto, fuera de esta campaña contra la ley, ¿qué otra acción masiva, pública y con la misma resonancia está realizando la Iglesia para abordar el tema de fondo?.

Cuando en la encuesta bicentenario del 2007 realizado por Adimark y la Pontificia Universidad Católica de Chile, ya se señalaba que el 41% de los católicos están de acuerdo con el aborto legal, ¿qué han realizado los Pastores por trabajar en la generación de una mayor claridad y consciencia entre quienes se declaran católicos?. Esa es la principal y mayor responsabilidad de nuestros Pastores. Si hoy existe una baja consciencia entre católicos esa es su responsabilidad, de ella debieran responder, antes de salir a los medios a reclamar por una nueva ley. Es cierto, es un trabajo difícil, hay que estar más cercano de la gente y tener olor a oveja. Es más fácil dedicarse a luchar contra una ley, aunque sepan que no traerán un cambio de fondo en la situación. Eso es tranquilizar la consciencia y seguir anclado a un pasado de una Iglesia que se preocupa más de lo estético que lo ético.

Considero que el camino a seguir pasa por dos vertientes. Una formar y educar a los católicos para que formen su consciencia, porque no podemos predicarles a otros lo que no vivimos al interior. Nuestra transmisión de valores se hace en la coherencia y consecuencia, esa es la pedagogía que nos enseñó nuestro Padre, con su propia consecuencia. Los cambios se dan de adentro hacia afuera.

El segundo, es realizar acciones que generen condiciones para que la mujer no aborte, sobre todo las de escasos recursos. Un camino, como señalo, es el trabajo de María Ayuda, otro por ejemplo, podría ser generar un portal de Internet y un Fono Ayuda al que puedan recurrir las mujeres que están enfrentadas a este difícil trance. Se me señaló que existe ese teléfono. No lo sabía. Al parecer es tremendamente desconocida para la gran mayoría de la población. Difundirlo y apoyarlo es una acción inmediata y concreta para defender la vida.

Todo lo que se haga por salvar vidas es lo más relevante y como señala el Papa Francisco, no hemos hecho lo suficiente.

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